En rojo, territorio del joven país: Sudán del Sur. Fuente: GEIC |
Antes de terminar, resaltar algunos hechos en donde la etnia fue factor de conflicto, como cuando los habitantes acudieron a votar por la secesión y se anunciaba en los medios de comunicación el asesinato de personas en disputas tribales entre los nuer y los dinka, quienes conviven ambos en Sudan del Sur y no son ni árabes ni musulmanes. Igualmente, antes de que se hiciera efectiva la secesión en julio de 2011, centenares de personas fueron asesinadas y más de 80.000 tuvieron que huir a causa de los brotes de violencia[1].
Otro ejemplo de la importancia que se ha otorgado a la etnia en Sudán es cuando Al Bashir se hizo con el poder. En ese entonces éste destituyó a más de 250.000 funcionarios gubernamentales con la excusa del “interés común” por no serle leales, sustituyéndolos por otros que sí lo eran. “Ojalá el gobierno de Jartum se conformase con el patriotismo político, pero no, ya que se han repartido los organismos oficiales del Estado y luego las administraciones públicas entre tribus y clanes. Jartum selecciona a sus partidarios y seguidores para los cargos y funciones según su pertenencia étnica y tribal”[2]. Como señala Hussain, nos encontramos con “una situación compleja y penosa causada por la falta de conciencia, la ausencia de democracia y libertad de expresión y la sucesión de gobiernos militares y del totalitarismo”.
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[1] Hussain, L., “El problema está en la tribu: el caso de Sudán” EN Si hablas de nosotros…Comunicación. Colección Cuadernos Africanos. Casa África, 2011. Pp. 57-61
[2] Ídem.
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