A partir de su independencia el país estuvo regido por gobiernos árabes-musulmanes aunque desde el punto de vista “étnico” la mayoría de la población de Sudán es de origen africano (61%) y sólo un 39% es árabe[1]. Sin embargo, el 70% de la población es musulmana aunque hay una minoría cristiana -iglesia católica, anglicana y protestante- (5%) y numerosas religiones tradicionales/animistas (25%). Estas divisiones étnicas y religiosas están reflejadas en la geografía: árabe-musulmán en el norte y negros cristianos o animistas en el sur.
Ya desde antes de la independencia se evidenciaba la diferencia entre el sur de Sudán y el norte, más desarrollado y donde se situaba la capital del país. Es más, en 1955 los líderes de la insurrección que daría paso a la Guerra Civil Sudanesa acusaron a Jartum de preocuparse sólo del norte y marginar al sur y a partir de entonces, y hasta 1972, comenzó el conflicto entre el sur y el norte de Sudán.
El origen de este conflicto también estuvo influido por la presión ejercida por los gobiernos musulmanes del Norte sobre la población del Sur, así como por la competencia por los recursos naturales. A esto se le sumó la inestabilidad política del Gobierno desde la independencia. Se sucedieron varios gobiernos, derrocados una y otra vez por golpes de Estado instaurándose regímenes militares.
El origen de este conflicto también estuvo influido por la presión ejercida por los gobiernos musulmanes del Norte sobre la población del Sur, así como por la competencia por los recursos naturales. A esto se le sumó la inestabilidad política del Gobierno desde la independencia. Se sucedieron varios gobiernos, derrocados una y otra vez por golpes de Estado instaurándose regímenes militares.
El Sur, que buscaba la emancipación, recibió en 1960 una oferta de autonomía limitada –durante unas conversaciones entre el Gobierno de Jartum y los líderes políticos del Sur- que no sirvió para parar la guerra hasta 1972, cuando el presidente Nimeri (presidente desde el golpe militar que le atribuyó el poder en 1969) negoció un acuerdo que otorgó amplia autonomía al sur, expresado en el Tratado de paz de Addis Abeba (Etiopía).
Once años después, en 1983 se reanudó el conflicto, esta vez por la instauración de la sharia (ley islámica) en todo el país sin importar la creencia religiosa que se practicara y en un contexto en el que la población estaba empobrecida como consecuencia de las medidas económicas fijadas por el FMI para el pago de su deuda. Esta serie de acontecimientos provocó la ruptura de los acuerdos con el sur, comenzando una nueva guerra o la sucesión de la iniciada en 1955 de los líderes del sur del Frente Popular de Liberación de Sudán (FPLS) por parte de su ejército y el Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS), liderado por John Garang, contra el Gobierno Central. Esta guerra estuvo agravada además por sequías e inundaciones que devastaron los cultivos a lo que se sumó la hambruna.
Omar Ahmed Al Bashir, presidente de Sudán desde1989. Fuente: Guinguinbali |
[1] SOSA, R., “Sudán, un conflicto sin fin” EN Papeles de cuestiones internacionales, Nº. 86, 2004. Pág.3
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